La contemporaneidad de la música clásica

El pasado 29 de Julio pudimos asistir al maravilloso concierto que La Orquesta del Liceo nº 8 de Pekín (China) y la Orquesta joven de Wroclaw (Polonia) ofrecieron en la Plaza Anfiteatro de los Pueblos de América con motivo del Festival Eurochestries. Entre la majestuosidad de violines, flautas y contrabajos pudimos comprobar que –a pesar de la tecnología– todavía no hay ningún formato físico ni digital capaz de transmitir tantos matices sonoros como una orquesta sinfónica en directo. Y es un auténtico privilegio que no todos los días se puede contemplar, ni siquiera escuchar. La música orquestal escapa en la actualidad a los círculos comerciales; atrás quedan los tiempos en que Luis Cobos vendía miles de discos con sus remozadas versiones de clásicos de Mozart o Strauss, en que Miguel Ríos convertía el último movimiento de la novena sinfonía de Beethoven en un himno eterno con la ayuda de Waldo de los Ríos, o en que Tino Casal se encerraba en Abbey Road para grabar con Andrew Powell y la London Philarmonic Orchestra el fabuloso Eloise. El pop y el rock se valieron durante años de arreglos orquestales para engrandecer sus melodías; pero también las grandes orquestas utilizaron éxitos comerciales para acercarse al gran público. Las Orquestas Sinfónicas de Londres, Vienna o Múnich lanzaron proyectos con abundantes volúmenes en Lp y Cd interpretando algunos de los temas más conocidos de Queen, Abba, Rolling Stones y un largo etcétera bajo la excusa de producir un encuentro entre la música clásica y el pop; lo cierto es que los arreglos en ocasiones superaban en complejidad a los originales y le imprimían un sabor a banda sonora que convertía las canciones en épicas. Sin embargo, el público siempre prefirió las originales y los álbumes han acabado siendo relegados a los hilos musicales de oficinas y consultas médicas. Es una verdadera lástima pero en la actualidad el pop hace muy pocas incursiones en lo sinfónico –y viceversa–, aunque siempre nos quedará disfrutar de ambos géneros por separado.
[Artículo publicado en el número de Agosto de Vícar al Día]

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