Eurovisión... Otra canción para olvidar

Todos los años, desde hace ya unos cuántos, solemos dejar de prestar atención a Eurovisión en el momento en que conocemos qué canción es la que nos va a representar, aunque siempre acabamos viendo la final del festival –por aquello de la emoción de la competición– aún sabiendo que no tenemos muchas opciones.

Después de que en 2004 Televisión Española abandonara el formato Operación Triunfo y, con él, el modo más mediático para elegir al representante español en Eurovisión, la cadena pública ha intentado todos los formatos posibles para garantizar la implicación del público en su elección y para dotar al concurso de una supuesta calidad con la participación de un jurado que suele estar débilmente acreditado para esa tarea. El resultado lo dan los propios datos: en los últimos seis años España ha quedado en Eurovisión por debajo de la vigésima posición en cuatro ocasiones, y en las dos restantes, no ha rebasado la décimo quinta.

En los tres últimos años Internet ha jugado un papel esencial en la elección de la canción, y de ahí surgieron grandes propuestas como La revolución sexual de La Casa Azul (2008), Retrato frontal de Atalis (2009) o En una vida de Coral (2010), que sin embargo quedaron a las puertas del festival y que nosotros creemos que eran la mejor propuesta en cada selección. Sin embargo, este año no teníamos predilección por nadie, porque ni siquiera el formato nos ha parecido el adecuado; hasta ahora cada cantante o grupo presentaba su propia canción, pero este año la organización ha decidido escoger, por un lado, la cantante y, por el otro, la canción; el problema es que la combinación es bastante desastrosa, incluso la propia Lucía Pérez –que tiene una larga trayectoria a sus espaldas– admitió que no era la canción que más le gustaba de las tres que le habían asignado, y es que el tema de Rafael Artesero es una rumba graciosa pero sin gancho ni fuerza y, sobretodo, nada eurovisiva. Preferimos quedarnos con los años de buenas canciones –aunque no recompensadas– con artistas de la talla de Marcos Llunas, Anabel Conde, Nina, Paloma San Basilio y un largo etcétera… Y que nos quiten lo bailao.

[Artículo publicado en el número de Marzo de Vícar al Día]

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